24 de julio de 2011
Como veis, la etapa de hoy no ha sido tan apacible y tranquila como esperábamos. Cuando las cosas se tuercen...
El recorrido ha sido el siguiente:
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Nuestro plan de hoy era dormir hasta tarde y bien descansados recorrer los 70 quilometritos que nos separaban de Stavanger. Allí debíamos comprar los billetes del ferry a Dinamarca que salía al dia siguiente. Así pues, el dia se presentaba muy relajado.
Nos levantamos a las 11:00, nos desperezamos y montamos las maletas. A las 12:00 salíamos del cámping de Slåttevik. Queríamos comprar los billetes y después comer y buscar otro cámping cercano a la estación del ferry.
En el ferry que nos cruza el fiordo de Bokna pregunto donde se pueden comprar los billetes a Dinamarca y me dicen que debemos ir a un lugar llamado Risavik. Ahi comienzan nuestros problemas; ese lugar no aparece ni en nuestro GPS ni en nuestros mapas. Tras dar unas vueltas vamos a Stavanger a preguntar y en el puerto nos dicen que esa estación está a unos 30 quilómetros. Nos señalan el lugar en el mapa y allá que vamos.
Tras dar más vueltas que un tiovivo damos con Risavika y el puerto. Con lo que no contábamos era con que era domingo y allí no habia ni un alma. Estaba en una especie de polígono industrial, muy apartado de todo y sin absolutamente nadie a quien preguntar.
Decidimos entonces buscar cámping y volver al día siguiente por la mañana ya que el barco salía a las 21:00h.
El problema viene cuando preguntamos en tres cámpings y no tenemos suerte: el primero con la recepción cerrada por domingo, el segundo lleno y el tercero no nos deja pagar con visa y nos dice que el cajero más cercano esta "solo" a 20 quilómetros...
En ese momento Natàlia y yo nos miramos y pensamos; esta noche sale un barco a Dinamarca desde Kristiansand, a unos 250 km de donde estábamos. No sabíamos a que hora salía pero sabíamos que era tarde. Monta que nos vamos p´allá!
Recorremos esos 250 quilómetros sin parar nada más que a repostar y todo lo rápido que podemos. La lluvia, por cierto, fué de nuevo nuestra fiel compañera de travesía. Por fin conseguimos llegar a Kristiansand y encontramos una cola de coches y caravanas enorme en el check-in del ferry. Con mucho morro y poco disimulo -ahi nos salió la vena mediterránea- nos colamos a todos ellos y curiósamente nadie nos dijo ni pio.
Son las 20:00 y nos encontramos en la taquilla para comprar los billetes. Pero el chico de la taquilla nos dice que el barco está lleno y nos colocan en lista de espera, en otra cola mas pequeña junto a otros en nuestra misma situación.
En la cola entablamos conversación con una pareja de moteros polacos muy agradables.
Finalmente nos dan la buena noticia: podemos embarcar. Somos los últimos que quedan en el puerto...
Noruega se despide de nosotros con esas nubes tan bajas y densas que durante tantas curvas no nos han dejado ver el sol.
Al final del blog haré mi reflexión sobre este país.
En el ferry, los únicos billetes que quedaban eran los de clase alta con cena buffet. Unos 190 € al cambio. Allí volvimos a encontarnos a los polacos Matías y su amiga Margarita. Cenamos con ellos y tuvimos una agradable charla sobre nuestros respectivos viajes:
La cena del ferry muy recomendable: mucho marisco y especialidades noruegas y... cerveza! por fin.
Matías estaba muy convencido de encontrar cámping o alojamiento al llegar a Dinamarca. Yo no tanto. La hora de llegada era las 23:45. Quedamos a la salida para buscarlo juntos, pero desafortunadamente no nos encontramos. Estuvimos esperando un rato y suponemos que ellos estarían esperando en otro lugar.
Estaba lloviendo y decidimos empezar a buscar por nuestra cuenta: un fracaso total. Miramos 3 cámpings y estaban cerrados. Eran ya casi la una de la madrugada. Probamos en hoteles: en uno nos ofrecieron una habitación por 200€ pero la rechazamos y los otros dos a los que fuimos tenían la recepción cerrada.
Que podíamos hacer? Seguir hacia el sur...
La situación era complicada: no esperábamos encontrar alojamiento hasta el dia siguiente. La noche era muy oscura y el faro de nuestra moto iluminaba al cielo en vez de a la carretera a causa de la carga trasera. Y la lluvia que no para...
A las 2 de la mañana paramos en area de descanso donde había una mesa con dos bancos de madera bajo resguardo. Allí nos tumbamos e intentamos pegar una cabezada para continuar. Nos adormilamos un poco en medio de la nada y nos damos cuenta que ya són las cuatro y la noche comienza a clarear.
La lluvia sigue cayendo pero con la luz del alba se distingue la carretera y la E45 danesa es una via realmente rápida con interminables rectas.
A las 7:30 de la mañana nos plantamos en el hotel etap de Flensburg, Alemania. El chico de recepción nos dice que el check-in es a partir de las 13:00. Le digo que llevamos toda la noche conduciendo bajo la lluvia y le señalo a mi mujer, que pone su cara de dar lástima. El colega nos dice que esperemos una hora, hasta las 8:30.
Por fin una cama nos acogió.
El día que sólo teníamos que hacer 70 quilómetros tarminamos con 770 en nuestro maltrecho lomo... Pero ha sido divertido. Y le hemos dicho adiós a Escandinavia.